martes, 24 de julio de 2012

Grupos de consumo: otra agricultura y alimentación es posible

¿Qué comemos? ¿De dónde viene aquello que consumimos? ¿Cómo se ha producido? Son algunas de las cuestiones que preocupan cada día más a una parte significativa de personas. Frente al empobrecimiento del campesinado, la perdida de agrodiversidad, los escándalos alimentarios... son muchos quienes reivindican recuperar la capacidad de decidir sobre las políticas agrícolas y alimentarias.

Por este motivo, no nos debería de sorprender que en los últimos años se hayan multiplicado en el Estado español las experiencias que, desde la auto-organización social, promueven modelos de consumo alternativos a los convencionales, que dan la espalda a los supermercados y que apuestan por “otro consumo” basado en unos criterios de justicia social y ecológica.

Son los llamados grupos de consumo agroecológico, personas de un barrio o de una ciudad que se ponen de acuerdo para comprar conjuntamente y adquirir productos y alimentos de proximidad, agroecológicos, de temporada y campesinos, estableciendo una relación directa de compra con un o varios agricultores locales. Se trata de iniciativas que apuestan por una manera de consumir alternativa, creando alianzas entre el campo y la ciudad y construyendo espacios de solidaridad mutua en las urbes.

Las primeras experiencias de este tipo en el Estado español surgieron a finales de los años 80 y comienzos de los 90, especialmente en Andalucía y Catalunya. Y a partir de principios de los 2000, se multiplicaron y aumentaron en todo el territorio, a raíz del poso dejado por el movimiento “antiglobalización” y por el auge de los escándalos alimentarios.

Hoy resulta difícil señalar cuantos grupos y cooperativas existen, ya que a pesar de que algunas de ellas están formalmente constituidas como cooperativas o asociaciones, muchas otras no están formalmente registradas. En Catalunya, algunas de éstas se coordinan en la Coordinadora Catalana d’Organitzacions de Consumidors de Procutes Ecològics (Ecoconsum); en Andalucía en la Federación Andaluza de Consumidores y Productores Ecológicos (FACPE); en Galicia en la Rede Galega de Consumo Responsable; y en Aragón en EcoRedAragón.

Hay, también, distintos modelos. Algunas integran en su seno a consumidores y a campesinos, quienes planifican conjuntamente la producción agrícola y los primeros colaboran puntualmente en las tareas del campo, mientras que otras están formadas únicamente por consumidores, quienes establecen una relación directa con los campesinos. Hay modelos llamados de “cestas abiertas”, donde cada consumidor puede pedir periódicamente aquellos productos que necesita de un listado de alimentos de temporada que le ofrece el campesino, y hay otros formatos de “cestas cerradas”, donde el consumidor recibe periódicamente una cesta con productos de la huerta de su proveedor.

Pero a pesar de algunas diferencias, los grupos y cooperativas de consumo agroecológico son experiencias que buscan devolver la capacidad de decidir sobre aquello que comemos a las personas y que defienden un modelo de agricultura de proximidad y campesina. En definitiva, un modelo de consumo que rechaza el actual sistema agrícola y alimentario, monopolizado por un puñado de multinacionales de la agroindustria que anteponen sus intereses particulares, de hacer negocio, a las necesidades alimentarias de las personas y al respeto al ecosistema.

Grupos de consumo, movilización social y cambios políticos, la clave para otro modelo de agricultura y alimentación.

Esther Vivas
El Periódico.com
 

sábado, 21 de julio de 2012

La economía solidaria, parte de la lucha ciudadana

Desde que en los ochenta empezó la regresión y agresión neoliberal, dirigentes, voceros y representantes de la peor versión del capitalismo han pretendido que “su” modo de entender la economía y organizar la sociedad es el único posible. Un pensamiento totalitario que se concentra en el malhadado “Consenso de Washington”: crecimiento incesante, desregulación de capitales, ningún control financiero, menos impuestos a grandes empresas y ricos, concentración empresarial, privatización del sector público (especialmente educación y sanidad), menos gasto social, rigidez en presupuestos estatales... Una política destructora como es más que evidente desde hace cinco años, inicio de la crisis. Destructora porque el capitalismo alberga la semilla de la crisis suicida.
 
Con un paro crónico, incremento de pobreza y desigualdad, grave crisis ambiental (cambio climático incluido) y sin atisbo de superar la negativa situación económica actual, es diáfano que estamos ante una crisis profunda y global del propio capitalismo.
 
Ante la crisis-estafa ha habido y hay respuesta ciudadana: movilizaciones, ocupaciones de plazas y calles, huelgas generales, auto organización ciudadana... Hay que avanzar y empezar a atosigar a quienes detentan el poder financiero y afectar a sus ilegítimos, cuando no ilícitos, intereses y obscenos beneficios. Empezar a preocupar y fustigar a la banca, grandes empresas y corporaciones; también a sus cómplices y encubridores: dirigentes y dueños de medios de persuasión (antes informativos) y, por supuesto, a la mayoría de políticos profesionales al servicio descarado del poder financiero y empresarial. Denunciar ante los tribunales a responsables de la crisis-estafa, organizar la desobediencia civil, ayudar de modo organizado a inmigrantes sin permisos, empapelar las ciudades con los rostros, actuaciones y delitos de quienes nos han llevado a la crisis y en ella nos mantienen, organizar brigadas ciudadanas de vigilancia de derechos humanos y denuncia de sus violaciones... Muchas de esas acciones y actuaciones ya se han iniciado; pues más, más intensas y en todas partes.
 
Pero también hay que continuar buscando y aplicando propuestas económicas de otro mundo posible. Mercados de tiempo, de intercambio, aprovechamiento organizado de alimentos desechados (que no estropeados) para quienes están peor, atención sanitaria paralela, cooperativas de producción y servicios… Una forma no capitalista de entender la vida. Y avanzar en la batalla por los valores democráticos y sociales para sustituir la devastadora ideología neoliberal, consumista, competitiva e individualista por una cultura comunitaria, de solidaridad y cooperación, de creatividad liberadora y de paz. Otra cultura en la que poseer nunca sea más que ser y crear y en la que acumular bienes materiales, lujos o dinero aparezca como la vileza y necedad que es; donde competir solo sea deportivo y el crecimiento como motor económico desaparezca por estúpido y suicida.
 
La lucha por un mundo justo y decente incluye esas otras economías que ya surgieron incluso antes del retroceso neoliberal y de la crisis. Como recuerda Jordi García Jané, son miles de prácticas económicas distintas, que no son capitalistas y se rigen por otros valores: justicia, solidaridad, cooperación, conciencia comunitaria, respeto a la naturaleza... Economías no desquiciadas por la necesidad de crecimiento continuo. Economías que satisfacen necesidades de las personas y comunidades, no las crean; necesidades reales como trabajo, alimentación, vivienda, educación, atención a los mayores, cuidado de la salud, creatividad... Economías que se desarrollan y aplican con la participación de todos porque son asunto de todos.
 
Economías de producción cooperativa, comercio justo, consumo responsable (que no consumismo), finanzas éticas y gestión de bienes comunes; economías organizadas democráticamente. Más de 750.000 empresas cooperativas y más de 800 millones de personas practican y aplican en el mundo otra economía que no es capitalista. No son mayoría (por ahora), pero esa otra economía no capitalista crece.
 
En la Historia, toda agresión y explotación ha generado respuestas, alternativas y contraculturas. En la lucha de la ciudadanía global por otro mundo más justo y libre, la economía solidaria, social, es parte de la respuesta a la crisis, a la agresión, al vaciado de la democracia y a la fascistización del mundo.
 
Y averiguar también como dar más pasos ciudadanos adelante para hacer retroceder a la dictadura financiera, para que la ciudadanía empiece a conseguir poder para construir otro mundo posible. Más justo, decente y democrático. Como escribe el economista Juan Torres López, ese paso adelante “no con respuestas aisladas y desunidas. Hay que reaccionar frente a la tiranía del poder financiero y político con el medio al que nunca podrán vencer: la máxima unidad ciudadana, la desobediencia civil y el sabotaje democrático pacífico (siempre pacífico) de sus normas e imposiciones. Sin miedo y con esperanza, pues como dijo Gandhi: Siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo han parecido invencibles. Pero siempre acaban cayendo. Siempre”.
 
 Xavier Caño Tamayo
Periodista y escrito
Alainet

sábado, 7 de julio de 2012

Ética en tiempos de crisis

Insiste un buen número de economistas, neoliberales y de los otros, en afirmar que la ausencia de algunos valores éticos no ha tenido influencia en la crisis que padecemos desde 2007. Según ellos, las crisis se han sucedido a lo largo de la historia y habría que suponer entonces que los vicios que las causan son consustanciales a la naturaleza humana.

Tienen razón en afirmar que la posibilidad de desarrollar vicios y también virtudes es consustancial a los seres humanos, pero convendría recordar la lección de aquel jefe indígena que contaba a sus nietos cómo en las personas hay dos lobos, el del resentimiento, la mentira y la maldad, y el de la bondad, la alegría, la misericordia y la esperanza. Terminada la narración uno de los niños preguntó: ¿cuál de los lobos crees que ganará? Y el abuelo contestó: el que alimentéis.

A los economistas neoliberales, y no sólo a ellos, les gusta ignorar estos relatos y creer que de los vicios privados a veces surgen buenos resultados para la vida económica y de las virtudes privadas a veces surgen malos resultados. Por eso prefieren atenerse al viejo dicho “lo que no son cuentas son cuentos” y asegurar que la economía sigue su curso sin que le perjudiquen la codicia o la insolidaridad, que quedarían para la vida privada. A su juicio, quienes mantienen que la falta de valores éticos perjudica a la vida pública son moralistas anacrónicos.

No se trata de recordar que los valores morales son efectivos en la vida pública, sino de distinguir, como hacía Ortega, entre estar altos de moral o desmoralizados como dos actitudes que posibilitan o impiden –respectivamente- que las personas y los pueblos lleven adelante su vida con bien. Qué duda cabe, siguiendo a Ortega, de que una persona o un pueblo desmoralizados no están en su propio quicio y vital eficacia, no están en posesión de sí mismos y por eso no viven sus vidas, sino que se las hacen otros, no crean, ni fecundan, ni son capaces de proyectar su futuro.

Y a la desmoralización hemos llegado no sólo por lo mal que se han hecho las cuentas, sino también porque se han disfrazado con cuentos perversos, como el de la contabilidad creativa, como el de los controladores que no sacaron a la luz los fallos en lo que supuestamente controlaban, como las mentiras públicas sobre lo que estaba pasando, como el empeño en que asumieran hipotecas quienes difícilmente podrían pagarlas, como la constante opacidad y falta de transparencia, como la ausencia de explicaciones veraces de lo que estaba ocurriendo.

Cuando a todo ello se suma que las presuntas soluciones vienen de comenzar los recortes por los más débiles, por los que menos responsabilidades han tenido en la catástrofe, parece difícil creer que la falta de ética (de competencia, mesura, transparencia y responsabilidad) no tiene nada que ver con todo esto y que sólo la mala suerte económica nos ha llevado donde estamos.

Pero como tal vez la principal característica del ser humano es la libertad, la capacidad de tomar la iniciativa, de coger las riendas de la propia vida, personal y compartida, es urgente emprender medidas que ayuden a cambiar el desmoralizador curso de las cosas, y quisiera proponer al menos las siguientes.

Optar por la verdad y la transparencia sería una de ellas. La sana costumbre de contar desde el poder político y el económico lo que ocurre y proponer lo que podemos hacer, explicando el proyecto que se tiene por delante.

Poner tasas a las transacciones financieras, en este mundo de capitalismo financiero, que es preciso replantear radicalmente. Si es cierto que el capitalismo emprendedor se transformó en el corporativo y desde mediados del siglo XX en capitalismo financiero, limitar su expansión es urgente y, como mínimo, utilizar sus recursos para los peor situados.

Apostar por la ejemplaridad, ejercer de forma ejemplar la función política, la judicial, la actividad de la empresa y la de cualquier profesión, no como algo excepcional, sino como un sobrentendido.

No empezar por recortar por lo más fácil, por los más débiles, sino por exigir la devolución de lo que se ha robado y reducir los sueldos de los implicados en la mala gestión.

Proteger a los más vulnerables, a los enfermos, los inmigrantes, los dependientes, los países en desarrollo, los niños porque es su derecho de justicia, amén de una elemental obligación de solidaridad.

Acometer medidas de crecimiento, generadoras de empleo, que para quienes cuentan con capacidad creadora no tienen porqué ser incompatibles con los ajustes.

Tratar de recordar lo que nos une y respetar lo que nos separa, porque agitar sólo lo que puede separarnos es, hoy más que nunca, letal.

Adela Cortina
Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia
CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias)

El ecosistema de las finanzas éticas

Cada vez más entidades y personas buscan herramientas financieras alternativas para ahorrar, pedir préstamos o donar, desde los micromecenazgos a una banca ética participada universal. El ecosistema de las finanzas éticas y alternativas avanza, muta y se contagia de la lógica de la red, canalizando el hartazgo social de forma creativa y responsable.

La crisis de legitimidad de la banca convencional, con el agujero financiero de Bankia y el rescate por goteo, nos instala en un escenario donde las finanzas éticas y solidarias, desde las cooperativas de crédito, pasando por los micromecenazgos por internet, los grupos de ahorro y préstamo local, y la banca ética y solidaria tienen una baza que jugar muy importante.

Canalizar el hartazgo social con la banca tradicional de forma creativa y responsable no es fácil. La rapidez con la que ha funcionado la acción ciudadana de microfinanciación colectiva a través de la red para costear una querella contra Rodrigo Rato, que ha pulverizando los tiempos y pronósticos de recaudación de donaciones, nos habla de que nuevas formas de financiación se están articulando y que éstas funcionan. Aunque las velocidades de la red no siempre sean trasladables a todos los procesos de construcción de finanzas alternativas desde abajo.

“Necesitamos crear un sistema financiero nuevo integralmente. El enemigo no es el banco, sino nuestra supina ignorancia de cómo funcionan las finanzas. Si más gente se hubiese puesto las pilas con lo que suponen las finanzas, no viviríamos tan engañados. Hasta que no ha llegado la crisis y después el 15M, la ciudadanía en general no ha entendido lo importante que era haber llegado a este punto con una banca cooperativa”, observa Nuria del Río, del consejo asesor de la cooperativa financiera Coop57.Y precisa: “Bancos cooperativos ya hay en España, no están mal, han conseguido atribuciones de la banca tradicional en cuanto a servicios. Pero no se trataba tanto de eso como de contar con un banco de la gente y para la gente, de crear una banca de la que formas parte, donde puedes votar en una asamblea”.

Dentro de la economía social y solidaria nos encontramos proyectos de finanzas alternativas como Coop57 y Fiare, que están dando pasos de gran envergadura, abriendo el camino a otros proyectos de la economía social. Este año Fiare cierra una etapa fundacional y plantea funcionar en el Estado español como banca universal, esto es, ofreciendo todos los servicios habituales en ahorro (cuentas corrientes, tarjetas de crédito, banca por internet o cajeros automáticos) junto al resto de objetivos éticos y solidarios. “Ahora hay que iniciar las actividades de operativa financiera completa, con un capital social propio que está intacto y sin ningún condicionante”, apunta orgulloso Peru Sasia, presidente de Fiare. La memoria financiera de 2012 arroja un balance bastante positivo a pesar de la crisis, tanto por la parte de ahorro como de la financiación. Esto significa que Fiare, como Coop 57, es un brazo financiero en el que cada vez más entidades de la economía solidaria (cooperativas, fundaciones, asociaciones, sociedades de capital y redes) depositan su confianza y sus ahorros para que otros proyectos de la economía social sean posibles.
Al calor del 15M surgen también propuestas de utensilios financieros alternativos que se nutren del aprendizaje de los proyectos veteranos. Es el caso madrileño del proyecto embrionario Jak, inspirado en la banca sin intereses de Suecia. “Creemos que igual que nos juntamos para comprar fruta o verdura, podemos juntarnos con nuestro ahorro y financiar proyectos en los que creemos y que redunden en la economía local y solidaria. Queremos ir seduciendo a toda la gente que está decepcionada con la banca tradicional. Con la que está cayendo, se están desmontando todas las mentiras y la gente está deseando que proyectos como éste vayan adelante”, comenta Carlos Céspedes, que además de estar en el grupo local en Madrid de Jak, participa en comisión de economía del 15M y en la de la Red de Economía Alternativa Solidaria (REAS). Lo interesante de estos nuevos proyectos es que parten de lo que hay, atentos a no competir, buscando la forma de complementar el espectro de las finanzas éticas.

Bancas universales como Triodos Bank han sabido ocupar un hueco en la banca ética en el Estado español para un perfil de cliente difuso, que va desde las personas que ven peligrar sus ahorros en la banca convencional hasta quienes esperan que otra banca hecha de forma cooperativa empiece a funcionar con todos los servicios de ahorro. “No queremos ahorradores rebotados”, precisa Sonia Felipe, del departamento de comunicación de la entidad. Gracias a todos estos ahorradores que buscan otro modelo bancario, el número de cuentas de ahorro en Triodos ha pasado de 131.644 en 2007 a 363.086 en 2011, han podido triplicar el número de créditos concedidos y casi duplicar el personal contratado. Este incremento de usuarios denota una sensibilidad creciente hacia la banca ética en general.

¿Cómo se financian?
Las entidades financieras, aunque sean éticas, tienen que ser sostenibles. Cómo se consigue, especialmente cuando crecen, es quizá uno de los puntos más controvertidos. “Nuestro proyecto está construido sobre la reciprocidad, el intercambio de saberes, la donación. Hay muchas personas y organizaciones que ofrecen recursos y no en todos los casos está vinculada a un retorno económico”, comenta Peru Sasia. “No sólo hay que apoyar este tipo de bancos por lo que te renten, hay que tener un poco de visión estratégica. No lo montas como un emprendimiento social, sino porque es un terreno donde o estás dando la batalla o estás siempre muerto”, reflexiona Nuria del Río.

Para ser sostenibles se están ideando diversas estrategias que sean coherentes con los fines. “Coop57 se está planteando pedir a los socios si quieren renunciar a los intereses para depositarlos en una fundación y prestar dinero a proyectos de gran impacto que tengan un mayor riesgo de impago”, nos anuncia Fernando Sabín, cuya cooperativa de trabajo ha solicitado un crédito a FIARE y es socia de Coop57. Otro de los mecanismos futuros, según Sasia, podría ser la creación de productos de ahorro donde el interés se pague en algún tipo de bien relacionado con actividades de la economía solidaria (pagos en especie).

Desde el ámbito de las microfinanzas emergen propuestas innovadoras desde internet, en este último año se ha experimentado un boom de plataformas para la cofinanciación (conocida como crowdfunding). “El dinero es una herramienta más de muchas otras que hay que desarrollar”, nos dice por teléfono Enric Senabre, de la red social para cofinanciar proyectos Goteo. Para sostenerse financieramente, Senabre considera que hay que tener en paralelo activada alguna estrategia. En el caso de Goteo, para no depender sólo de las campañas de crowdfunding ofrecen servicios de formación, asesoría y en breve activarán el “capital riego”, una nueva modalidad para conseguir no sólo donaciones de personas y organizaciones sino de instituciones públicas y privadas: “son fondos que complementan la financiación colectiva, multiplicando el dinero de la gente. Allá donde vaya un euro de una persona iría un euro de una institución. El dinero se movería así siguiendo el interés de la gente y esto garantiza un funcionamiento interesante de fondos públicos y privados, que hasta ahora funcionaba con otros esquemas como jurados”.

El ecosistema de las finanzas éticas y alternativas avanza, muta y se contagia. “Es importante apoyarse mutuamente, coexistir en el espacio, sabiendo que entre todas hay suficientes herramientas para que se financien las cosas que hemos soñado conjuntamente”, concluye Nuria del Río.

Reas celebra su encuentro estatal
El 15 y 16 de junio tuvo lugar el encuentro estatal en Madrid de las Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS). Buena parte de las organizaciones de esta red, ahora implicadas en Coop57 y Fiare, vienen de trabajar en el ámbito de la exclusión social. “Esta es la primera gente que comprende que si no conquistas lo económico y te quedas en lo social solamente, no haces nada”, recuerda Nuria del Río, de Coop57. Así, justifica el nacimiento de esta Red: “Llegaba un momento que te topabas con el autoempleo, y al acompañar al lumpen proletariado, excluido de los útiles financieros convencionales, el techo financiero dio pie a experimentos de finanzas éticas y alternativas más inclusivos, donde las personas, y no la rentabilidad, estaba en el centro”.


Soraya González Guerrero (redacción)
Diagonal